Aparicio Altamirano: Un bandolero que descansa en la localidad
Por Fernando Solis Rinas
Aparicio Altamirano era mercedeño al igual que su compueblano más conocido Antonio Cruz Gil, con quien también compartían colores políticos.
Había nacido un 14 de septiembre de 1873, pero otras versiones históricas hablan del mes de octubre. Las versiones coinciden en que se dio en la región del Paiubre, hoy localidad de Mercedes.
En el año 1981, Altamirano vivía junto a sus padres. Eran tiempos difíciles para los gauchos, una acusación de un estanciero de la zona hizo que el joven tuviera sus primeros problemas con la justicia.
La guerra contra el cuatrerismo y las caserías de bruja
Altamirano tenía tan sólo 18 años de edad y la partida que se envió para detenerlo era modesta lo que hizo posible su fuga. Se dice que hasta le robo el caballo a uno de sus captores con el que finalmente pudo huir.
Pudo refugiarse pero llegaría el momento de la emboscada. Fue rodeado en un rancho en la campiña de San Roque, donde vivía con su pareja y su hijo pequeño. Durante el primer ataque de las partidas, falleció el hijo de Altamirano lo cual desmoralizó y aturdió al gaucho. Luego fue llevado al lugar su padre quien intervino para lograr su rendición.
Se rindió, entregó su revólver, pudo asistir al entierro de su hijo y luego fue conducido a la cárcel de Corrientes Capital. 17 años estuvo detenido en esta prisión, junto a peligrosos ladrones y asesinos de la época. Aparicio se supo ganar el respeto. Decían que tenía fama de hombre justo pero peligroso.
La fuga más grande de esa época
Era la segunda noche del carnaval de 1904, una banda de presidiarios fraguarían la fuga más grande de esa época. Altamirano se unió al Paraguay Villalva, a Rolón Caré, le decían el tuerto, y a Olegario Álvarez, quien asumió el liderazgo del grupo.
En los primeros meses los prófugos se escondieron en el Monte Luciano, Luchí Caavig. Formaron una primera posta e incorporaron nuevos paisanos a su banda. Este gran grupo es el que cabalgó y protagonizó múltiples episodios recordados aún en los departamentos de Empedrado, Mburucuyá, Caá Catí y Bella Vista.
Aparicio era del Partido Autonomista. Defensor de las ideas del Gobernador Juan Ramón Vidal, opositores a las políticas de colonización promovidos por la Nación en el marco de sus planes de inmigración. Tanto él como Olegario, obtuvieron favores de algunos terratenientes de filiación colorada. Sin embargo, sus dominios eran los caseríos pobres donde se los trataba con temor, respeto e inclusive admiración.
Dentro del grupo de forajidos famosos, Altamirano se destacaba por su aspecto agringado, su caballo blanco y la velocidad con la cual lograba evadirse de los hombres de la ley.
Para completar su leyenda y emulando a hombres como Antonio María y Antonio Gil, buscó durante algún tiempo refugió en la base de un gran ombú. Se supone que dicho escondite se encuentra localizado en la región de Muchas Islas al norte de la ciudad de Bella Vista. La guarida es hoy un santuario menor en homenaje.
Las fuerzas policiales correntinas de principios del siglo XX acumulaban entre sus líneas hombres de gran experiencia e inclusive de pericia a la hora de combatir bandoleros rurales. En los diferentes cruces con la ley el grupo fue menguando hasta reducirse a un número no superior a cuatro personas.
Atrapado y fulminado
Con 60 años, Aparicio seguía siendo un prófugo de la justicia correntina. Sin sus compañeros para defenderse, fue rodeado por la policía. Se midió con las fuerzas solo con su revolver. Allí pereció Altamirano, enredado en el alambrado lindero entre ambas propiedades víctima de ocho impactos de bala.
Durante la noche del 10 de abril, se inició el modesto culto a su figura. Primeramente con velas rojas, luego con el pasar de los años, con las ofrendas en la tumba de Altamirano, en el Ombú que supo ocultarlo y en numerosas capillas privadas.
Hoy en el cementerio municipal de Bella Vista se pueden ver cruces, paños, velas rojas y placas en agradecimiento a favores solicitados por sus devotos.