Se realizó una nueva edición de la corre peregrinación

Por quinto año consecutivo, la devoción y el espíritu de comunidad se fusionaron en una experiencia única de fe y sacrificio. Un grupo de corredores y voluntarios impulsados por el atleta Javier Zannino y unidos por el amor a la Virgen del Carmen, recorrieron los 206 kilómetros que separan Bella Vista de Itatí, en lo que ya se ha convertido en una tradición religiosa y deportiva.

El desafío, que se desarrolló durante 24 horas ininterrumpidas, estuvo marcado por la participación de decenas de personas, cada una con su propia historia, pero todas compartiendo un mismo sentimiento de devoción. A pesar de que el pronóstico del tiempo no era favorable, el grupo decidió salir igual, y un milagro ocurrió: por donde pasaron, no cayó una gota de lluvia, a pesar del pronóstico que anunciaba tormentas.

El viento, que sopló en contra hasta llegar a Cuatro Bocas, no fue un obstáculo para estos corredores incansables. Ya en la Ruta 12, un viento favorable los acompañó, mientras las banquinas, con agua y pasto alto, exigían mucha atención para evitar accidentes. Durante el recorrido, se sumaron nuevos corredores, superando incluso el récord de «correperegrinos» de años anteriores.

Una de las paradas más emotivas fue en Empedrado, donde se rindió homenaje a Marcelo Soria, un amigo y compañero que ya no está, pero cuya memoria vive en el corazón de todos. Allí, un sacerdote bendijo a los participantes antes de continuar hacia la siguiente parada obligatoria: la Capilla de Cañada.

Al llegar a la capital correntina, como cada año, la bienvenida fue cálida. Tortas, pastelitos, café y otros manjares esperaban a los corredores para reponer energías y seguir adelante. Nuevamente, un padre les dio la bendición y continuaron su travesía.

El último tramo fue una prueba de resistencia, pero también de alegría. La madrugada pasó, y al amanecer, a las 7 de la mañana, los corredores llegaron a Itatí, cansados pero felices. Su alma rebosaba de gratitud y emoción, habiendo cumplido con un acto de amor hacia la Virgen del Carmen.

Este esfuerzo no hubiera sido posible sin el apoyo de los choferes, los sacerdotes, los colaboradores y todas las personas que, aunque no pudieron estar físicamente, ayudaron a la distancia. Todos fueron parte de este milagro de fe y perseverancia.